Lo interesante de esta actividad, desde el punto de vista pedagógico, no radica solo en el hecho de que los pequeños aprendan el lugar en el que viven determinados animales sino en su versatilidad de opciones.
Gracias a este juego los niños aprenden el nombre de nuevos animales y, partiendo de allí, podemos trabajar numerosos conceptos como, por ejemplo, los siguientes:
- El tipo de animal que es (ave, mamífero, reptil ...).
- Su hábitat.
- La alimentación de cada animal (herbívoros, carnívoros...).
- Las características físicas de los animales (pelo, plumas, uñas largas, garras...).
- Las diferentes especies que se encuentran en peligro de extinción.
- Y un largo etcétera.
Cuando los niños "le ponen cara" a un animal, se sienten mucho más unidos a él y presentan una actitud mucho más activa y comprometida hacia su conservación.
Además, este juego es fácilmente ampliable de forma que podemos añadir tantos hábitats y animales como se nos ocurran; incluso podrían añadirse imágenes de diferentes tipos de vegetación para que los pequeños las situasen en su lugar correspondiente.